El traje de flamenca, toda una tradición de abril
Por: Consuelo Aguilar
La Feria de Abril de Sevilla, que este 2022 se lleva a cabo del
domingo 1º de mayo al sábado 7 de mayo, es una fiesta popular que
tiene lugar en Sevilla en primavera, casi siempre en el mes de
abril, en el barrio de Los Remedios.
Considerada como Fiesta de Interés Turístico de ámbito nacional, y
desde 1965, mundial, sus orígenes se remontan a 1846 cuando el
catalán Narciso Bonaplata, y José María de Ybarra, vasco, redactaron
una propuesta que llevaron al Cabildo Municipal de Sevilla. En marzo
de 1847, la reina Isabel II concedió a Sevilla el privilegio de
feria.
Algunos elementos característicos de la Feria son los trajes de
corto, de flamenca, sevillanas, caballos y carruajes; bebidas --como
el típico vino fino, la manzanilla y el moderno rebujito--,
gastronomía --muy típico el jamón serrano, y más recientemente el
pescado frito, corridas de toros y fuegos artificiales.
Por eso, abril es el mes del traje de flamenca, el que se luce en la
Feria. Un traje que las clases acomodadas copiaron de las más
humildes que era utilizado por la etnia gitana, su origen se remonta
a fines del siglo XIX y principios del siglo XX
Una época, cuando las vendedoras acudían a la feria con los
tratantes de ganado, vistiendo modestas batas de trajinar,
confeccionadas en percal, rematadas en dos o tres volantes, que
realzaban el cuerpo de la mujer e imprimían un garbo que no se
lograba con otras ropas.
Sin embargo, la tosquedad de esas primeras telas cambió a la
profusión de volantes, para obtener un andar más jacarandoso con
escote a gusto y muy colorido, con el paso de los años se convirtió
en una auténtica moda.
Hoy, el traje de flamenca es un vestido largo, entallado que se abre
en las caderas a modo de flor, llega hasta el tobillo y tiene varios
volantes en la falda y en las mangas. De fino colorido, el más
típico es el de lunares, famoso a nivel internacional, aunque los
hay también en diseños lisos y estampados.
Su uso es muy tradicional y muy estricto. El traje se porta con el
pelo recogido en moño y se complementa con flores, collares,
pulseras, grandes aretes, peinetas, encajes, tiras bordadas,
abanicos y, sin faltar, un mantón de Manila sobre los hombros, todo
en color a juego con el vestido.
En los años 60s y 70s el vestido de flamenca se acortó hasta la
media pierna o la rodilla y, precisamente a partir de los años 70,
el traje vuelve a cubrir la pierna hasta los tobillos. En la
actualidad, hay gran variedad de diseños para mujeres y niñas.
La Feria de Abril no podría imaginarse sin un caballista de corto y
sin un sombrero de ala ancha, un atuendo en antaño de faena en el
campo y con el que acudían a las ferias de ganado, a vender y
comprar.
Por eso, el gremio de Maestros Sastres de Sevilla elaboró “El
decálogo del sí”, para utilizar el traje corto: Sí a los colores
sobrios, grises y marrones, que aguanten el polvo. Lisos o de
pequeños dibujos como espiguilla, ojo de perdiz, pata de gallo. Sí
al color del sombrero a juego con el traje o la chaquetilla.
Espuelas, tirantes, chaleco y pañuelo a faja. El pantalón de vuelta
blanca, con botón enterizo, y el de caireles, con botín y polaina”.
Y hay un “decálogo del no”: “No a la corbata, a la bufanda, a los
guantes, al cinturón y al reloj de muñeca, mejor sin barba ni
cabellos largos, ni coleta, ni gafas de sol. No a la camisa con
chorreras o al pantalón con la raya planchada. No a la ropa negra o
de colores chillones. En la feria, no al catavino o a las medallas
colgando, que son de romería. No a los zahones y a las espuelas pie
a tierra.
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